Y llegó el día. Y de tanto desearlo, llegó antes de tiempo. Cortas de rodaje, con escasos días de agua en la pretemporada, se llegó al debut en Primera División que tanto soñábamos. Y fue en Zaragoza, para enfrentarnos a otro rival también recién ascendido. Era pues de suponer que la inexperiencia no iba a ser el factor determinante, lo que invitaba al optimismo y a viajar con el propósito de comenzar con una victoria.
Era un acto de fe, pero en la semana de fiestas patronales de Zaragoza, la Virgen del Pilar pareció ‘barrer para casa’ y la EWZ contó con ese puntito de suerte que siempre viene tan bien, sobre todo si eres novato. Hasta 9 palos llegamos a contar durante el partido, confirmación de que la ‘ayuda divina’ no estaba de nuestro lado. Todo un ‘palo’.
Fue un partido trepidante, con un ritmo frenético, seguramente favorecido por las reducidas dimensiones de la piscina y por el gran ambiente que se vivió en las gradas, llenas a rebosar. Da gusto ver cómo se disfruta en Zaragoza el waterpolo (hay que tomar ejemplo).
El hecho fue que Alcorcón no se amilanó y en dos ocasiones se adelantó en el marcador en el primer cuarto (0-1 y 1-2), para terminar perdiendo el parcial 3-2 de una forma un tanto injusta, visto lo que nos ofrecieron.
En el segundo la dinámica fue la misma, pero esta vez fueron nuestras chicas más certeras. Un parcial de 2 a 3 dejaba en tablas el marcador justo antes del descanso (5-5). Las constantes alternativas hacían presagiar un final igualado e incierto.
Hasta entonces la sensación era que en ataque se estaba mejor que en defensa, lo que ya tenía mérito porque aquello era un bosque de brazos. Pero los despistes defensivos no permitieron despegarnos en momentos claves.
En el tercer y cuarto tiempo la tónica fue a la inversa. Las defensas se imponían a los ataques y así el parcial del tercer cuarto quedó en un exiguo 2-1 que dejaba el global en 7-6. Para entonces varias jugadoras se habían cargado con dos expulsiones, muchas de ellas al defender el poderoso juego interior de sus dos boyas.
Y entramos en el último y decisivo cuarto y ahí se notó la falta de serenidad. Las precipitaciones nos pudieron; se quería ganar antes que empatar. Y aunque con 7-7 se tuvieron algunas claras oportunidades de adelantarse, metiendo la presión a las locales, el desenlace fue una mini brecha de dos goles en contra, a poco más de 2 minutos, que marcó el destino final.
Pero no es éste un equipo que se rinda y baje los brazos. Piko no lo permite. Con dos jugadoras fuera por expulsiones, se siguió luchando, con más voluntad que acierto, y consiguieron entrar en el último minuto aún con opciones. Pero ahí, la diosa Fortuna, la Virgen de Pilar o la falta de puntería, nos puso ‘palos ‘ en el camino, con dos intentos a la desesperada que escupieron los postes.
Al final, un 9-8 que dejó mal sabor de boca, pues éste parece ser uno de los rivales directos por la lucha por la permanencia. Pero no había nada que reprochar en cuanto a intensidad. Fueron los pequeños detalles los que al final decidieron el resultado final.
La próxima jornada descansa CNCA, por lo que tienen por delante dos semanas para seguir con la puesta punto y para intentar recuperar a jugadoras necesarias para afrontar la dura temporada que tienen por delante.